• (n) fuerte inclinación hacia los sentimientos, alguien que tiene la capacidad de percibir

    Supongamos

    Supongamos que miro el reloj
    y no es esa hora a la que me suicido.
    Que las manecillas no se encuentran paradas,
    en ningún número o en ningún momento.

    Supongamos que el silencio no me ha despertado,
    que miro la alarma que no suena
    y no es esa hora que yo quisiera que fuera.

    Supongamos que mis dedos
    no acaban apuntando todas las salidas de emergencia.
    Que el mundo tarda en girar
    lo que el segundero da una vuelta.

    Supongamos que vivo en el punto exacto
    donde mis piernas acaban,
    y se deshacen mis huellas.

    Supongamos que escalo las escaleras de tus costillas
    y no me encuentro con el cadáver de un recuerdo.
    Que los caminos se convierten
    sólo en la sombra que proyecto.

    Supongamos que te sigo queriendo
    y que te doy la espalda
    sólo para dormir.

    3 comentarios:

    1. Supongamos que no vivimos equivocados adictos a ese cadáver del recuerdo... ¿Se consideraría necrofilia? Vale sí, he desvariado, perdona x)

      ResponderEliminar
      Respuestas
      1. Vivimos aferrados al cadaver del recuerdo o del pasado pero, al fin y al cabo, el pasado es solo la historia que nosotros nos queremos contar

        Eliminar
    2. "Y lo peor es que incluso dándote la espalda me espera tu recuerdo entre sueños. Pronto te veo de nuevo."
      Muy bonito, te invito a pasarte por el mío: para1extranhodestinatario.blogspot.mx

      Un beso desde México.

      ResponderEliminar

    Seguidores