Tengo miedo.
Un miedo irracional e incoherente
a dejar de tener miedo.
A que dejes de apuñalarme con palabras insulsas
y gestos insustanciales
que me provoquen aún más miedo.
Tengo miedo.
Un miedo tangible y espeso
a dejar de tener miedo.
A que dejes de arrancarme la piel
con tus silenciosos portazos
o tu compañía ausente.
Tengo miedo
a dejar de tener miedo
porque sé que en el vacío
de tus palabras, de tus gestos,
portazos y compañía
se esconde aún más miedo.
Y eso me produce pánico.
Así que tengo pánico
a dejar de tener miedo
y llenar mis días de fantasmas
convirtiendo mi vida en una película de terror
o, peor, de suspense
y quedarme suspendida entre la vida y la muerte,
entre tu ausencia y mi añoranza.
Que es casi lo mismo a sobremorir.
Tengo miedo porque un día me dijeron
que la felicidad no existe
y eso viene a decir
que en la tristeza de mis días,
o de mi vida junto a la tuya,
puedo hallar la sonrisa.
Por eso, tengo miedo a que te marches
y quedarme condenada a no sentir miedo,
a no sentir tristeza
y saber que he muerto.
0 comentarios:
Publicar un comentario