• (n) fuerte inclinación hacia los sentimientos, alguien que tiene la capacidad de percibir

    Historias imposibles



    Me he acostumbrado a vivir con tu ausencia
    porque es mi estúpida manera
    de convivir contigo
    o, más bien,
    de seguir viviendo.
    De consumir los días como cigarros,
    los cigarros como segundos
    y que el reloj tenga latidos
    siendo el corazón el que se para
    y no el tiempo.

    He visto a mis labios
    estrellarse contra tus palabras.
    A mi ganas de quererte
    chocar contra tu historia.
    Esa que arrastras por miedo a volar.
    Pero no es miedo,
    es vértigo.

    Nos dijimos tanto
    que debieron salirnos contracturas en las frases.
    Nos mentimos tanto
    que acabaron saliendo bifurcaciones en la carretera.

    Desde que no estas no es que este triste.
    Es que no tengo
    esmalte de uñas que resista a las cuerdas de mi guitarra.
    No tengo
    rimel que resista a los recuerdos.

    Necesito que vuelvas para dolerme.
    Porque no estoy triste.

    No he estado a menos de 176 Km de tu cuello,
    ni uno más ni uno menos,
    y echo de menos tu perfume.
    Pensaba que no existía algo más amargo
    que un beso en la mejilla.
    Lo existe.
    O, mejor, no existe...
    ese beso.

    No me despedí
    para no tener que separarme de ti.
    Me inventé un hasta pronto
    sin saber que la distancia es exactamente la misma
    sin importar las palabras.

    Me he quedado cosida al suelo,
    besándome las rodillas,
    perdón, heridas,
    creyendo estar muerta pero no
    aún existe un recuerdo tuyo que me ata a la vida.
    Al final, o muere el
    o muero yo,

    Ya te he dicho todo lo que no tengo.
    ¿Sabes lo que tengo?
    Tengo una cama para echarte de menos
    y un reloj para contar los días sin vernos.

    Bueno, a todo esto,
    no se si recordarás quien soy.
    Soy esa a la que el pasado
    arrancó del futuro.


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