• (n) fuerte inclinación hacia los sentimientos, alguien que tiene la capacidad de percibir

    Polvo somos y en polvo nos convertiremos


    La parte mas minuscula, el atomo mas pequeño que compone mi ser, la palabra mas corta que resume mi vida... todo convertido en ceniza... todo lo que ardio tras de ti... todo, ahora todo, se transformo en un monton de polvo debajo de la alfombra. No olvido; como olvidar los colores, el rojo pasion, el amarillo enfermo, el naranja atardecer fin de un dia; como olvidar los ojos secos, la comisura de ellos forrada de salitre; como olvidar lo intangible, lo invisible, lo que no existio...

    La brisa sopla suave tras los cristales, valientes hormigas desafian a la gravedad columpiadas en las hojas de los arboles, timidas flores se atreven a salir afuera a pesar del frio... y este monton de cenizas sigue resguardado del frio debajo de la vieja alfombra del salon.

    Quizas al abrir la ventana los soplidos irrespetuosos del viento se atrevan a dar el empujon necesario para que las cenizas alcen el vuelo, para que caigan sobre la tierra y en ella, al llegar la primavera, florezca una nueva vida, hija del viento, nieta de recuerdos que no olvidan: la anciana no cesara en su empeño de recordar todo lo que no vivio. Quizas condicionada, tambien, por el recuerdo del alzheimer.

    Sere, entonces, como el ave Fenix, resurgiendo de las cenizas, siendo parte infinita de ellas.

    Algun dia volvere a caer en un monton de polvo y telarañas y entonces cerrare las ventanas a cal y canto para poder descansar en paz.

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