a 9 números que componen tu teléfono.
Ese mismo que,
al descolgar,
me recuerda a una sala de hospital
que pronto se va a vaciar.
El mundo se ha desdoblado en dos,
el telediario anuncia buen tiempo
pero aquí no para de llover,
de esta estúpida manera
donde los truenos son silencio,
y los relámpagos ráfagas de ataques de melancolía.
Te comparo con el preso a punto de morir,
que pide perdices como última cena
y lleva escrito el perdón en los labios.
Y me creo que te acuerdas de mí,
que incluso la mitad que te falta en la cama
es la opuesta a la que a mí me sobra.
Si me dejas elegir quisiera ser recuerdo
que es lo más parecido a un hasta siempre,
cuando sabemos que no nos vamos a volver a ver.
Te regalo silencio
que es mi forma egoísta de no odiarte.
Permitir salir las lágrimas es mi manera cobarde de gritarte
no escribas, no llames,
pero quédate conmigo hasta que vuelvas.
Recordarte es como estar en coma,
pero sabiendo que ninguna frase irá detrás.
pero sabiendo que ninguna frase irá detrás.
"No escribas, no llames, pero quédate conmigo hasta que vuelvas"; qué pocos entienden eso, ¿verdad? ¿Sabes? Yo no supe gritar en silencio y escribí llorando, a veces odiando. Pero siempre queriendo.
ResponderEliminarTe invito a leer la historia (frustrada) de mi vida:
http://proyectodesobria.blogspot.com.es/