• (n) fuerte inclinación hacia los sentimientos, alguien que tiene la capacidad de percibir

    Fin (de otra parte)


    Te marchas muy lejos, 
    a 9 números que componen tu teléfono.
    Ese mismo que, 
    al descolgar,
    me recuerda a una sala de hospital
    que pronto se va a vaciar.

    El mundo se ha desdoblado en dos,
    el telediario anuncia buen tiempo
    pero aquí no para de llover,
    de esta estúpida manera
    donde los truenos son silencio, 
    y los relámpagos ráfagas de ataques de melancolía.

    Te comparo con el preso a punto de morir,
    que pide perdices como última cena
    y lleva escrito el perdón en los labios.
    Y me creo que te acuerdas de mí,
    que incluso la mitad que te falta en la cama
    es la opuesta a la que a mí me sobra.

    Si me dejas elegir quisiera ser recuerdo
    que es lo más parecido a un hasta siempre,
    cuando sabemos que no nos vamos a volver a ver.
    Te regalo silencio
    que es mi forma egoísta de no odiarte.

    Permitir salir las lágrimas es mi manera cobarde de gritarte
    no escribas, no llames,
    pero quédate conmigo hasta que vuelvas.
    Recordarte es como estar en coma,
    pero sabiendo que ninguna frase irá detrás.

    1 comentarios:

    1. "No escribas, no llames, pero quédate conmigo hasta que vuelvas"; qué pocos entienden eso, ¿verdad? ¿Sabes? Yo no supe gritar en silencio y escribí llorando, a veces odiando. Pero siempre queriendo.

      Te invito a leer la historia (frustrada) de mi vida:

      http://proyectodesobria.blogspot.com.es/

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